miércoles, 30 de marzo de 2011

Ceguera.

De camino, me crucé con una pareja que rebuscaba en la basura, mi alma es incapaz de no encogerse al verlo, una mujer que vendía lotería como cada día en su lugar, su esquina privilegiada frente al 'Mercado de la Rivera'. Me crucé con gente que corría para no llegar tarde al trabajo, personas con sueño y me roce, seguro, con algún que otro soñador.

Pero también me tope con él. Con el que en alguna que otra ocasión había tenido el placer de cruzarme. Le acompañaba, como en las demás veces, su perro grande y negro y sus ganas de vivir. El no pudo verme, su ceguera se lo impide, pero yo pude deleitarme de su fuerza y entrega por el día a día. Camina y al tiempo canta, canta y al tiempo sonríe.


Es un regalo de la vida y sus pequeñas cosas.
Es una demostración de que pese a todas las trabas se puede ser feliz.

El problema está en los que optan por una ceguera voluntaria y se niegan a verlo.

martes, 29 de marzo de 2011

Mi modo.

Entiendo la vida por la energía de las pequeñas cosas.


Desde hace ya un tiempo, decidí tomarlo como un modo de vida.

jueves, 24 de marzo de 2011

Put yourself in their place.

Hay vidas anónimas e incluso, vidas sin vida. Hay gentes que viven de los demás y que, a su pesar, no lo hacen por placer. Hay gentes que comen restos de otras gentes y vidas sin vida que luchan por hurgar y encontrar un trozo duro de pan de hace tres días.

 

La vida no es justa y las vidas sin vida lo son aún menos. Las calles se llenan de cuerpos vacíos que ruegan con la cabeza gacha un par de euros para alimentar su familia, se llenan de miles de historias de principio y transcurso triste. Miles de personas que dejaron de serlo porque el dinero o la salud así lo quiso.



Por el derecho de todos a despertar con esperanza, por deber de todos de tratarnos por igual. Sin desprecios por sexo, color o modo de vida.

miércoles, 16 de marzo de 2011

A veces, es necesario.

"No tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros."
Paulo Coelho

Vino y encanto

En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero olvidarme, puedo comenzar la jornada con el calor de su gente en el mercado del pueblo desayunando una porra con chocolate, callejear y olvidarme del reloj, deleitarme con su arte y terminar el día de bar en bar, de tapa en tapa bajo el manto del anochecer. Es Valdepeñas.

Valdepeñas es un municipio vitivinícola que se encuentra sumergido en Castilla-La Mancha, en concreto al sur de Ciudad Real. Cinco horas en coche, sin correr demasiado, separan a Bilbao de este destino. Su superficie es superior a la del Gran Bilbao y en sus calles conviven más de 31.000 personas, convirtiéndose en uno de los lugares más poblados de la provincia. De la mano de uno de sus más preciados tesoros, el vino,  hacen de Valdepeñas un pueblo de fiesta y cultura.


El municipio, atravesado por el río Jabalón, brinda a sus visitantes un sin fin de oportunidades para conocer la vida manchega. Aunque son confusos los orígenes de Valdepeñas, su gran riqueza arqueológica y los vestigios encontrados permiten entrever un claro asentamiento de las poblaciones  en la época prehistórica y protohistórica.

A pie
Ruta arqueológica, cultural o enológica, hay Valdepeñas para todos los gustos. Pasear por Valdepeñas podrá ser una experiencia que le permitirá conocer como se vivía y vive en una región agrícola.

La avenida de las Tinajas recibe a los visitantes que entran por el norte. Un camino, como su nombre indica, repleto de enormes vasijas de barro cocido que encaminan hacia el corazón de la ciudad. Al comienzo de tal recorrido una construcción  típica manchega: el Molino Gregorio Prieto que actualmente cuenta con la exposición pictórica de los molinos realizados por el pintor y varias maquetas de los mismos.

Valdepeñas es amante del arte, de la cultura y de la tradición del vino y ello es plasmado en sus calles. Es cuna de la exposición Internacional de Artes Plásticas. Su amplia oferta museística con el Museo Municipal, que alberga los fondos de la Exposición Internacional de Artes Plásticas y los hallazgos arqueológicos del Cerro de las Cabezas; el Museo de los Molinos de Gregorio Prieto con todas las obras del artista y una recopilación documental y gráfica de la historia de la ciudad o el Museo del Vino con la historia y elaboración de sus caldos que permitirá conocer más sobre la cultura enológica del municipio, la evolución en las prácticas culturales de la vid a través de su exposición monográfica, de forma didáctica e interactiva.


En los últimos años, Valdepeñas ha creado su Ruta de Esculturas al Aire Libre, para que en un paseo por la ciudad sus visitantes puedan contemplarlas y deleitarse con ellas. La Puerta del Vino del escultor José Luis Sánchez, el Quijote de Venancio Blanco; La Alegoría a la Batalla de los Molinos de Viento, las Armas del Quijote y Desatino del valdepeñero Lillo Galiani; o la escritura de fragmentos de el Quijote en el suelo de la Plaza España, entre muchas otras obras, que complementan el paseo y lo convierten en un lugar con encanto.

Tras el  recorrido por la “heroica ciudad de Valdepeñas”, como indica su escudo, es obligación disfrutar de su gastronomía en los variados restaurantes de la Ciudad. Arrope, duelos y quebrantos, caldereta, gachas y migas manchegas, mostillo, pipirrana, pisto, sopas vueltas, tiznao o queso. Sólo con su nombre se abre el apetito. Y es que un municipio como Valdepeñas puede presumir de contar con materias primas de calidad que tienen su origen en el medio rural y pastoril.

Llenos de vida
El vino va íntimamente ligado a la historia del municipio. La Denominación de Origen “Valdepeñas” tiene acogida una superficie de viñedo aproximadamente de 28.000 hectáreas que dan vida a todo tipo de vinos blancos, tintos o rosados.

Valdepeñas fue sede de la primera Estación Enológica y Campo de Experimentación y también acogió la Federación Regional de Viticultores.

El origen geológico de la zona, la abundancia de terrenos calizos, arenosos y de yesos, las tierras arcillosas de color rojo-amarillento, la hacen especialmente favorable para el cultivo del viñedo de calidad. El suelo, el clima y el microclima de las zonas hacen posible el milagro de la obtención del vino. Son 3.700 los viticultores que cultivan las variedades de uva y en el Registro de bodegas se encuentran 40 inscritas.

Ya en el siglo XX, escritores como Miguel de Unamuno se preguntaban sobre ¿qué hacer con pueblos que no saben lo que es una verónica y no beben Valdepeñas? O el escritor y periodista Larra quien también demandaba un “abundante caldo de Valdepeñas”.

Un plan económico y saludable. Un paseo cultural y gastronómico. Acompañar un tinto con sus tapas, convivir con su gente y su carácter cercano y solidario. Como dijo Cervantes “El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no debe quejarse si se pasa”. Si el Manco de Lepanto quiso  que sus personajes recorrieran los parajes de la amplia Castilla fue por algo. Valdepeñas es un lugar de “ventura”, un lugar por recorrer y conocer.

De las porras al tapeo
Con los primeros rayos del sol se acude al mercado de la plaza  donde saborear unas porras con chocolate y para los menos golosos una ‘tosta’ con tomate. Una vez cargadas las pilas, salimos del mercado y nos encontramos con la plaza España. Situándonos en el centro y dando una vuelta de 360º bares modernos y tradicionales nos invitan a que pasemos. 'El Penalti ' y sus tapitas de papas fritas; el 'MobyDick' y su tapa especial de pisto manchego. “Estamos acostumbrados a salir e ir comidos a casa”, comenta el alcalde. Y es que en Valdepeñas es de obligación servir una tapa que acompañe el vinito o lo que se desee tomar. Desde queso hasta pinchos morunos, pasando por pepitos o hamburguesas, dependiendo de la hora del día. En cualquiera de los establecimientos se puede degustar una pinta y una tapa a un euro que nos hará sonreír y recordar al mismo tiempo el pintxo y el txakolí por los que pagaríamos tres.


Quienes conocen Valdepeñas, me entenderán...